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sábado, 12 de marzo de 2011

YO VOY A SER JUGADOR DEL BETIS

Cuando sólo era un niño, Lolo, tenía claro lo que quería ser de mayor. Criado en el barrio de Heliopolis, desde pequeño había mamado, vivido y sentido el sentimiento verdiblanco, probablemente, incluso antes de nacer. Entró en la cantera Bética desde benjamines y pasó por todos lo escalafones deportivos del club de las trece barras verdiblancas coronadas. No era un crack, para que negarlo, no tenía la calidad de otros compañeros, nunca jugaría un mundial, ni llegaría a la selección española, sin embargo, todos sus compañeros y todos sus entrenadores admiraban el tesón, la dedicación y el coraje que derrochaba en el campo. No importaba nada más, él solo anhelaba vestir la camiseta verdiblanca en el estadio de Heliopolis.

- Lolo, Lolo... Lolo despierta que ya es hora de levantarse, que hay que ir al cole – El niño abrió despacio sus ojos, aún húmedos y excitados.
- ¿Al cole mamá?
- Claro, hoy es tu primer día de cole, ¿no te acuerdas?

Lolo, se queda mirando a su madre, recordó un domingo por la tarde vivido momentos antes y muy serio, fijando la mirada en su madre, contesto:

- Mamá ya sé lo que voy a ser de mayor, yo voy a ser jugador del Betis.

(A todos los que soñaron lo mismo alguna vez,
y a todos los que lo soñarán.)


Un viernes el entrenador del primer equipo lo llamó en la ciudad deportiva:
- Lolo, prepárate, que mañana entras en la convocatoria. – Lolo se quedó mirando al mister sin decir nada, sin mover un músculo, por unos segundos su corazón dejó de latir, o eso le pareció a él.
- ¿Me has oído, chaval? – Le espetó el entrenador, viendo que no decía nada. Por fin, Lolo volvió a respirar y reaccionó: - Si, si, mañana –

Pero él no estaba allí, su mente lloraba y su corazón temblaba de emoción, de orgullo, de alegría, pero también de miedo, miedo por la responsabilidad que aquello significaba. Poco después pensaba de que forma le daría la noticia a sus padres, a sus tías, a sus amigos de siempre, a la gente del barrio, como les diría que el domingo estaría en el banquillo, de suplente, pero en el banquillo del Betis.

El fin de semana pasó muy lento, porque deseaba con ansía que llegara la hora del partido. Pasó la concentración con los compañeros y llegó el momento de ir hacia el estadio de Heliopolis, allí en el arcón de sueños verdiblancos, al final de la palmera.

Llegó el momento de vestirse la camiseta a rayas verdes  y blancas y la emoción iba en aumento. Y creciendo aún más cuando pisó el banquillo, y cuando se sentó, y cuando empezó el partido. Y aumentaba todavía más, aunque Lolo pensara que no podía ser posible sentir más, cuando terminó el descanso y comenzó la segunda mitad. Y sobretodo, en el momento en el que el mister le dijo a los quince minutos del segundo tiempo que saliera a calentar. Le temblaban las rodillas cuando se levantó del asiento, pero al pisar el verde césped de la banda y empezar a calentar los temblores desaparecieron.

Mientras calentaba y estiraba los músculos miraba la grada, a los Béticos y Béticas, miraba a voladizo donde estaba toda su familia y donde hoy había un asiento libre, el suyo. Mientras calentaba recordó los años en campos de albero, tierra y piedras, mientras calentaba... Lo llamaron desde el banquillo:

- ¿Yo? – Preguntó señalándose a sí mismo con la mano derecha.
- Si tu, Lolo, venga que queda muy poco y vamos cero a cero, chaval. –

Saltó al campo en el minuto setenta y tres de juego, aunque más que saltar, más que correr, flotaba por el césped, estaba en una nube, durante unos instantes sintió volar, así pasaron cinco minutos, diez, y poco a poco bajó a la tierra, era jugador del Betis, había que darlo todo.

Se metió en el partido, pidió la pelota, la buscó, la luchó sin mucha fortuna... hasta que en el minuto 87 un compañero le pasó el balón al borde del área, Lolo vio el hueco, se preparó y chutó a puerta con todas sus fuerzas, con toda su alma, con toda su sangre verdiblanca y...

¡¡¡ GOOOOOOOOOOOOOOL !!!

Corrió con el corazón encogido, grito y chilló con el alma a punto de escapar de su cuerpo, levantó los brazos al cielo donde estaban los Béticos y Béticas del cuarto anillo, se fue a la grada con los suyos, abrazó a los compañeros que venían a celebrar el tanto, la Gloria existía y se situaba en Heliopolis aquella tarde de domingo.

El Partido terminó a gritos de ¡¡¡ BEEETIS, BEEETIS, BEEETIS !!! y luego a gritos de ¡¡¡ LOOOLO, LOOOLO, LOOOLO !!!...

- ¡Lolo, Lolo... Lolo!

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