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domingo, 13 de marzo de 2011

LA AFICIÓN HUÉRFANA (La Leyenda y el Dragón)

Hace muchos, muchos años, más de cien incluso, en un rinconcito de la Sevilla antigua, nació un equipo de fútbol. Como un bebé, al principio le costó dar sus primeros pasos, pero fue creciendo rápidamente y al poco, era tan brillante y tenía tanta personalidad que atrajo el buen sentimiento de muchas personas. Tantas personas que otros chicos mayores no podían soportar la envidia que le tenían al pequeño, tan querido por el pueblo.

Sin embargo, por muchas zancadillas que el grandullón quiso ponerle el niño creció a fuerza de corazón, alegría, humildad y sencillez. Y con él fue creciendo, a su lado, una afición que no entendía nada más que no fueran Amor por un escudo de trece barras verdiblancas coronadas, y así el niño se hizo Leyenda y su afición con él, Legendaria.

Pero, la leyenda y su afición eran tan hermosas que un dragón quiso aprovecharse de ellas para ganarse así la gloria del tiempo y hacerse millonario. El dragón, ya era muy rico, pero tan avaro y tan miserable que solo quería más y más dinero, sin importar cómo lo conseguía, y sin importarle acabar con la leyenda y su afición.

Y así, poco a poco, sin que se dieran cuenta, a base de engaños, mentiras y falsas promesas, consiguió cegar a las personas para que no advirtieran su propósito. Al principio hasta llegaron a creer que era un Mesías, un Salvador... Pero el tiempo fue despertando, muy lentamente, eso sí, pero despertando al fin y al cabo a la legendaria afición que fue descubriendo las artimañas de la bestia y los oscuros fines que albergaban sus entrañas.

Cada vez eran más los que se atrevían a gritar contra el dragón, aunque el miserable lanzaba sus lenguas de fuego a todo aquel osado que se atrevía a señalarle. Sus mentiras fueron cada vez más viles y su soberbia cada vez más dura y fría. Pero la voz del pueblo avanzaba por el aire y la verdad se fue extendiendo por la legendaria afición y algunos lucharon sin descanso, sin fuerzas, sin apoyos y casi sin esperanzas. Algunos supieron que solo la lucha, aún sin éxito, podría hacerles vencer. Lamentablemente la mayoría de la Legendaria afición se mantenía, por diversas razones, sin hacer nada.

A todo esto, la Leyenda, agonizaba. No en vano, el dragón chupaba su sangre, su energía día tras día, durante mucho tiempo, un tiempo eterno. Llegó un momento en que la Leyenda, quedó tan humillada, tan despreciada y tan maltratada que era irreconocible, incluso para gran parte de su Legendaria afición, que quedó hundida, vacía, sin sentido.

Por ello, cuentan los más viejos del lugar, a partir de entonces se la conoció como la Afición Huérfana, pues quedó sin su entrañable equipo, quedó sin su más querido sentimiento... Sin su Leyenda.

Empero hay otros, viejos sabios, que la cuentan de distinta forma. Su historia habla con crudeza de cómo la Legendaria afición dejó hacer al dragón, cuentan que en su mayoría no plantaron cara a la bestia y permanecieron impasibles ante la agonía y el sufrimiento de su equipo, de su sentimiento, de su Leyenda. Relatan con lágrimas en los ojos, a quién quiera escucharles, la soledad y la impotencia que sintieron cuando intentaron convencer a toda la Legendaria afición que todos juntos podrían con el dragón, que todos a una, que todos juntos valían más y tenían más fuerza que la alimaña. Que el sentimiento y el Amor por su Leyenda vencerían a la avaricia y el amor por el dinero del horrendo dragón.

Estos ancianos, no la llamaron nunca la Afición Huérfana. Ellos la llamaron, muy al contrario,
la Leyenda Abandonada.

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